viernes, 28 de marzo de 2008

Pilar, una mujer sola

     Retirado. Pueden encontralo en Cosas que nunca confesé a nadie.

2 comentarios:

Esther dijo...

Boris, este cuento me encantó. Te saliste de lo habitual tuyo... jejejeje... pero con la misma soltura y solidez que es habitual en vos.

Inicialmente leemos sobre una mujer que vive sola, y que tiene miedo. Miedo. Mucho miedo. ¿Es una obsesión, ese miedo? ¿O tiene razones válidas? Al principio, me inclinaba más hacia lo primero. Creo que eso proviene de la minuciosidad con la cual se describen sus actos y razonamientos: realmente da la sensación de estar frente a una persona obsesionada con su seguridad, atemorizada ante cualquier ruido. Mmm... todo un acierto la forma con la cual narras la situación y a ella, Boris: un narrador bien impersonal, que se limita a contar qué hace ella y qué piensa; piensa: no se describe el terror, los sentimientos, sino más bien los argumentos que esgrime frente a ella misma. Entonces, el miedo va surgiendo por sí solo, y a uno le entra en el cerebro sin encontrar resistencia... es todo tan sencillo, tan parco, tan sin imágenes shockeantes... que el miedo se va metiendo despacito en el cerebro.

Una línea es clave:

“Al fin, llegó hasta la habitación del fondo, encendió la luz, y se vio a sí misma en el espejo del armario ropero, con el cuchillo en la mano en actitud amenazante, con el pelo revuelto y la cara lívida. No había en ese instante nadie más en la habitación.”
La primera oración me hizo pensar: vaya, esta mujer se imagina todo. No porque tuviera motivos para pensar de esta forma, porque en definitiva en esta línea ni se niega ni se afirma la presencia de un asaltante, un asesino. Es la imagen: ella, en camisón, con los ojos hinchados por la falta de sueño, el ceño crispado y el pelo revuelto, cuchilla en mano... viéndose a sí misma en un espejo (ya sé, agregué detalles de mi cosecha!). Qué cosa estúpida, por dios. Quiero decir, una cosa es andar por la casa con un cuchillo en la mano oyendo ruidos... ¡y otra verse en el espejo, así de estúpido queda uno, buscando fantasmas! En fin, esa imagen de ella mirándose en el espejo está muy buena: me dice que ella se lo imagina todo.
Y ahicito nomás, viene la siguiente oración: no había en ese instante nadie más en la habitación. ¡Golpe en medio de la neurona! ¿En ese instante? ¿En ese instante? ¿Y en otro instante?
Buenísimo. Esa expresión no la piensa Pilar, no, no. Es el narrador que se sale sutilmente de su papel de narrador lejano... justo un poco, justo lo que se necesita para enganchar el último párrafo. En esa única expresión está la campanilla que resuena en la cabeza del lector... un segundo antes de enterarse que Germán regresó de la playa... y el olor, el olor...

Muy buen recurso, Boris, y bien empleado. Ya te lo copiaré... jejejeje.

En definitiva, me quedo con lo siguiente: Pilar es una mujer obsesionada por sus miedos, posiblemente durante mucho tiempo se haya llevado un cuchillo a la cama. Pero, además, sus miedos se volvieron reales y tangibles, y muere asesinada.

La prosa, para variar... impecable. Siempre es un gusto leer tus cuentos: se disfruta leer un escrito tan bien escrito. Cada línea, cada coma, cada expresión... es difícil encontrar una arruga, aunque sea una pequeñita.

Un abrazo,
Esther

Manuel Navarro Seva dijo...

Esther, como siempre, un interesante y profundo comentario. Un análisis acertado del texto. Has conseguido captar la esencia de manera que parece como si el relato lo hubieras escrito tú y no yo.
La frase "no había en ese instante nadie más en la habitación" es, en efecto, la clave para el final.
Tu resumen es acertado: Pilar es una mujer obsesionada por sus miedos, posiblemente durante mucho tiempo se haya llevado un cuchillo a la cama. Pero, además, sus miedos se volvieron reales y tangibles, y muere asesinada.
Eso mismo es lo que yo imaginé al escribirlo.
Muchas gracias.
Un abrazo,
Boris,