Oír música es una de las aficiones más notables de Manu. También es notable su habilidad para manejar los mandos de los equipos electrónicos.
Hace muchos años le regalamos un discman para que la oyera
sin molestar a los demás. Hoy hay otros aparatos reproductores más modernos,
pero a él le sigue gustando elegir sus cedés, que mantiene guardados y
ordenados en un portadiscos; cuando viene a casa los fines de semana los escoge
de la estantería donde los apilamos.
Tiene sus preferencias en la música del momento, y conoce
las canciones y los autores con solo oír las primeras notas. En la residencia
solo puede escuchar música por las noches, después de cenar, hay que racionar
el uso del discman para que no le dañe el oído.
La semana pasada lo llamé por la mañana. Estaba en la planta
sótano.
—¿Qué haces. Manu?
—Técnico de sonido —dijo, y noté a través del teléfono una
sonrisa en sus labios.
—¡¿Estás ayudando a poner la música?!
—Sí. Ellos bailan y yo les pongo la música en el equipo.
—¿Y te gusta?
—Sí.
Ainhoa me dijo que Manu la ayudará en las clases de baile.
Ayer me llamó y me comentó que después del puente van a entrevistar a Manu para
intentar aprovechar sus habilidades e insertarlo en alguna actividad laboral.
Me emocioné y después de colgar el teléfono se me
humedecieron los ojos.
Cosas de la edad.
©Manuel Navarro Seva
4 comentarios:
Me ha encantado el tono de serenidad que se respira en este relato.
Gracias, Jesús.
Me encantan los relatos que dedicas a Manu.
Gracias, Almudena.
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