viernes, 10 de abril de 2020

Asintomáticos


Esta mañana, después de levantarnos, subí la persiana de la habitación y se descolgó. Me quedé un rato sin palabras. Después me dije: «Quizá empleé mucha energía al tirar de la cinta».
Me fui a desayunar a la cocina pensando en por qué se había roto. La cinta no parecía ser el problema, quizá fuera el soporte del tambor, el propio tambor o alguna lama rota. El caso es que mientras me bebía el café estuve pensando dónde podía acudir para pedir ayuda. Se lo comenté a Juana, y ella dijo que creía que reparar una persiana no era un trabajo esencial. No obstante, ante la duda, me fui a buscar la solución en internet.
Encontré varios sitios donde arreglan persianas y llamé a un teléfono. Me contestó una voz ronca de fumador que podían mandar a un técnico. Le di las gracias y le dije que lo llamaría más tarde. Pero luego pensé: «¿Y si mandan a un técnico asintomático?». Juana y yo, después de un intercambio de impresiones, decidimos intentar repararla por nuestros medios. Así que saqué la caja de herramientas, arrimé la escalera y entre los dos abrimos el cajetín. El tambor se había salido de la guía. Lo hemos recolocado y hasta ahora funciona bien. Las manos se nos han puesto negras como el carbón. Las hemos lavado con agua y jabón durante un rato, y después nos hemos tomado otro café con leche en la cocina.     

Madrid, 10 de abril de 2020
© Manuel Navarro Seva

2 comentarios:

zoquete dijo...

¡Qué bueno que cuentes con una buena caja de herramientas! Espero que no sea la de la figura, que no se ve demasiado versátil. Falta el imprescindible martillo que todo lo puede y, si se ven mal dadas, el formón.

Siempre he soñado con un buen taller, lleno de serrín y virutas metálicas, pero como hoy en día todo es tan virtual...

¡Un abrazo y a cuidarse!

Manuel Navarro Seva dijo...

Hoy día hasta los abrazos han de ser virtuales. Mi caja de herramientas es mucho más versátil, pero más vieja y cutre.
Tú cuídate también.
Un abrazo.