viernes, 17 de abril de 2020

Papel higiénico


He de confesar que me daba miedo pisar la calle, cruzar y entrar en el supermercado. No sé cuánto tiempo hacía que no iba a comprar. Tal vez dos semanas. En casa hemos estado tirando de despensa y de las compras online. Pero había una lista de artículos de primera necesidad que se habían agotado. Así que me puse la mascarilla y los zapatos de salir a la calle. Guantes no llevaba porque sabía que los daban en el supermercado. Los guantes que dan ahora en el supermercado son como unas bolsas pequeñas sin dedos que tienen la silueta de un guante pintada en una de las caras. Son incómodas porque se desprenden de las manos.

Había clientes esperando en la puerta separados dos metros entre sí para evitar aglomeraciones. Y dentro está todo organizado, pero hay que comprar deprisa, sin hablar con nadie, sin saludar a nadie, sin entretenerse a pensar si falta esto o aquello en la lista, sin comparar precios. Yo, como la mayoría, fui a los estantes a coger productos frescos envasados en lugar de esperar en los puestos de la carne o de la charcutería. Seguí un camino lógico que llevaba grabado en la memoria para no tener que retroceder, pero fue inútil. Empecé cogiendo papel higiénico, papel de cocina, film de corte fácil, palillos para el aperitivo, y después latas de mejillones, patatas fritas chips, aceitunas rellenas, Fairy, lejía, leche, queso, chorizo, salchichón, huevos, carne, café, aceite y, al final, cuatro barras de pan.

Al llegar a casa, dejé los zapatos detrás de la puerta y me puse las pantuflas. Me lavé bien las manos con jabón. Me quité la mascarilla y el jersey lo eché a lavar, saqué la compra del carro y la coloqué sobre la mesa de la cocina para que Juana la desinfectara con un trapo húmedo. Cuando terminó de desinfectar me dijo que faltaban los yogures, el papel de aluminio, y no sé qué más. Le dije que lo compraría la próxima vez, pero pensé que tardaré en volver a jugar a la ruleta rusa.    

Madrid, 16 de abril de 2020
© Manuel Navarro Seva

2 comentarios:

Rocío G. Tizón dijo...

Sí, la verdad es que al bajar al super da bajón. Parece una película de Ciencia Ficción. Se te cae el mundo a los pies. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
Un abrazo.

Manuel Navarro Seva dijo...

Gracias por pasar, Rocío. Me paso por tu blog. Un abrazo.