viernes, 29 de noviembre de 2019

Notas y fotos de un viaje a Egipto (I)


Dentro del catálogo de viajes culturales que ofrece la Comunidad de Madrid en 2019 para mayores de 55 años, en esta ocasión elegimos el que nos llevaría a Egipto, un país situado en el noreste de África, cuya población se ubica alrededor del río Nilo, el mayor río de este continente y uno de los más largos del mundo.




El 90 % del territorio egipcio es desierto y solo las zonas fértiles que se hallan en las orillas del Nilo y en su delta están habitadas.
El Nilo es un río famoso por su historia y por los lugares arqueológicos situados a lo largo de sus márgenes. Un río que dio lugar a la antigua civilización egipcia desde 8000 años a. de C.
Al construirse las presas de Asuán muchos templos que se encontraban en las orillas del Nilo fueron reubicados con el patrocinio de la Unesco y la ayuda de varios países, entre los que se encontraba España.
Nuestro viaje comenzó el 8 de noviembre de 2019 (día 1) y terminó el 15 (día 8). Elegimos estas fechas buscando que las temperaturas no fueran tan altas como en pleno verano cuando se alcanzan más de 40 grados centígrados. Aún así durante el día soportamos temperaturas superiores a los 30 grados bajo un sol abrasador, mientras que por la noche los valores descendían hasta los dieciocho o diecinueve grados. Tanto en el barco como en el hotel disponíamos de aire acondicionado.

Día 1. Madrid-Asuán    
El vuelo desde Madrid a Asuán dura aproximadamente 5 horas. Volamos con Privilege Style, una aerolínea española de vuelos chárter.
Llegamos al aeropuerto de Barajas a las 8 de la mañana y el vuelo, previsto a las 10, salió a las 10:20. En el avión compramos un bocadillo de jamón y un refresco para almorzar, dedicamos el tiempo a leer y llegamos al aeropuerto de Asuán hacia las tres de la tarde (las cuatro, hora local).   
En la terminal nos aguardaba un autobús y un guía, de nombre Saladino.
Durante el recorrido hasta el barco, de aproximadamente una hora, Saladino nos informó de algunos datos de interés para nuestro viaje y del programa de visitas incluidas y opcionales que podíamos realizar.

Asuán
Asuán es la ciudad más meridional de Egipto, ubicada en la margen oriental del Nilo. Es la ciudad conocida tanto por su presa como por ser el punto de partida para visitar los templos de Abu Simbel, situados a unos 300 km de esta ciudad, en el lado occidental del lago Nasser.
Tras llegar al crucero, un mozo se encargó de transportar las maletas desde el autobús hasta la puerta de los camarotes, recibimos las llaves y dispusimos del resto de la tarde para deshacer las maletas, colocar nuestras pertenencias y visitar las estancias y cubierta del barco.
A eso de las ocho cenamos en el restaurante. Una cena bufé con diversas clases de alimentos calientes y fríos. Usan especias para casi todo. Pero las sopas y purés son excelentes. La bebida, incluida, es agua mineral embotellada, imprescindible.    

Moneda y precios
Un euro se cambia a 17,80 libras egipcias (LE).
Para realizar los cambios mentalmente, sin acudir a la calculadora, lo que yo hacía era dividir el precio en libras por 20 y redondear por alto.
Una cerveza con alcohol cuesta de 3 a 4 euros. El alcohol es caro.
En todas las visitas turísticas hay puestos de venta y vendedores ambulantes de souvenirs: pañuelos, camisetas, estatuillas, libros y postales, apliques imantados para el frigorífico, llaveros…
El regateo es imprescindible. Pueden pedir diez veces más de lo que valen los productos que ofrecen. Durante las visitas no conviene pararse a comprar nada. Si lo haces, los vendedores te rodean y acosan sin piedad.

Transporte
Todos los desplazamientos los hicimos en el autobús de la agencia, en el crucero o en avión.
La red de transporte público es muy deficiente. Disponen de autobuses muy viejos y microbuses donde las personas viajan como enlatadas.
En El Cairo hay metro, señalizado con una M roja dentro de una estrella azul. Es un medio de transporte rápido teniendo en cuenta el intenso y caótico tráfico en las calles. Dispone de tres líneas, señalizadas en árabe e inglés. Es barato, cuesta 3, 5 o 7 libras egipcias dependiendo del número de estaciones a recorrer.   
El tráfico es caótico (especialmente en El Cairo). No existen pasos de cebra ni semáforos, excepto en el centro de la ciudad. La gente conduce metiendo el morro del coche y pasando de un carril a otro con temeridad, pero lo bueno es que no hay apenas accidentes.
Los peatones cruzan las calzadas esquivando el tráfico de coches, motocarros, bicicletas y motos sin norma alguna, jugándose la vida.    

Medio ambiente
En El Cairo, debido al intenso tráfico y al polvo del desierto en suspensión, el ambiente es irrespirable. El picor de ojos y garganta es muy frecuente. Recomiendo usar una mascarilla como hacen los turistas japoneses.

Religión
La religión en el Egipto actual es el Islam, más del 90 % la practican. El 10 % se divide entre ortodoxos coptos y católicos. 

Idioma
El idioma nacional es el árabe egipcio.
Los vendedores de souvenir y empleados de hotel son capaces de chapurrear cualquier lengua.

Seguridad
Una de las cuestiones que más nos inquietan a los turistas. Conviene viajar con un seguro y mediante una agencia de viajes. Llevar la documentación consigo siempre es un requisito para evitar cualquier problema con la policía. Yo suelo dejar el pasaporte en la caja de seguridad y llevar conmigo una fotocopia. En todos los lugares turísticos hay policía y para acceder a los templos y demás monumentos históricos es preciso pasar un control de tus pertenecías a través del detector de rayos X.
En mi opinión, Egipto no es hoy un país peligroso, pero conviene seguir las normas y viajar en grupo.
Hay mucha suciedad y pobreza por doquier. Niños y mujeres vestidas de negro, apostadas en la mediana de las calzadas, mendigan una moneda con la que dar de comer a su familia. Muchas personas y niños te acosan en los lugares turísticos para venderte cualquier cosa por un euro.
  
Día 2. Abu Simbel, presa de Asuán, canteras de granito y Kom Ombo
Después de la cena regresamos al camarote para intentar dormir un rato. Nos despertaron a la 1.00 para salir en autobús hacia los templos de Abu Simbel. Nos dieron una bolsa de picnic que contenía tres bocadillos, un croissant y una manzana para el desayuno, y nos dirigimos hacia el punto de encuentro de seguridad donde, junto con otros autobuses de turistas, pasamos un control de policía y emprendimos a continuación la marcha con escolta por una carretera asfaltada y estrecha. Intentamos dormir. Las luces del autobús, apagadas. De vez en cuando nos adelantaban las luces de otro autobús.
Llegamos a los templos cuando aún era de noche. Estaban iluminados por luz artificial. Al colocarnos frente a la colosal portada del templo de Ramsés II la impresión fue indescriptible. De pronto las luces artificiales se apagaron y enfrente comenzó a vislumbrase el disco solar, un espectáculo fabuloso. El templo se iluminó con la luz del sol que penetraba en su interior, no menos espectacular debido al sorprendente estado de conservación de sus murales y por el conocimiento que los antiguos egipcios tenían sobre el movimiento solar.
Hicimos fotos para inmortalizar el momento y, después de visitar el interior del templo de Ramsés II, pasamos a contemplar el de Nefertari.
Estos templos fueron mandados construir por el faraón Ramsés II en el siglo XIII a. de C.
En 1968 fueron reubicados en una colina artificial, en terrenos próximos, para evitar su inundación tras la construcción de la presa de Asuán.
España recibió el templo de Debod, instalado actualmente en Madrid, en agradecimiento del Gobierno egipcio por su ayuda.
En 1979 el conjunto de Abu Simbel fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Templo de Ramsés II



Interior del templo








Templo de Nefertari
Amanecer frente a Abu Simbel tras el lago Nasser


Vista de los dos templos desde el exterior
Regresamos al autobús, todavía embargados por la emoción, y nos dirigimos hacia la presa de Asuán, construida para detener las crecidas del Nilo y proteger de esta forma los cultivos. El nivel de las aguas creció hacia el sur e inundó toda la arena que encontró a su paso. Así fue como nació el lago Nasser, una inmensa extensión de agua que hoy hace de frontera entre Egipto y Sudán. Es el lago artificial más grande del mundo con 5000 km2, donde habitan los últimos cocodrilos del Nilo, además de aves, zorros y lagartos… y la famosa perca del Nilo.
La construcción de la presa fue iniciada por los ingleses en el año 1899 y concluyó en 1902. Tenía 54 m de alto y pronto se descubrió que era necesario aumentar la altura, para evitar su desbordamiento. Esta obra se realizó en dos fases. Más tarde, en 1946, estuvo a punto de desbordarse y se decidió, en lugar de aumentar de nuevo su altura, construir una segunda presa, ocho km río arriba. El proyecto de esta nueva presa comenzó en 1952 y fue sufragado por Rusia y el Egipto de Nasser.
Junto a la presa se encuentra la central hidroeléctrica con capacidad de producir electricidad para todo el país.

Presa

Lago Nasser

Volvimos al bus y nos dirigimos al norte de la ciudad con el fin de visitar, bajo un sol tórrido, las canteras de granito de Asuán y el obelisco inacabado dedicado a la reina Hatshepsut, una mole de 43 metros de largo y más de 1000 toneladas de peso, que no pudo terminarse debido a una fisura que apareció en la roca.

Obelisco inacabado

No terminó aquí la mañana, nos quedaba disfrutar de un fascinante paseo por el Nilo en faluca, una pequeña barca con un mástil central y una vela triangular. Estas embarcaciones dan al río una imagen paradisíaca, peculiar, pero hoy en día están dejando paso a los barcos de motor. Durante el paseo nos acercamos a la isla Elefantina, llamada así por la similitud de sus rocas con las formas redondeadas de los elefantes. Niños apostados en una tabla de surf nadaban provistos de trozos de cartón o madera para impulsarse sentados en la tabla, se acercaban a las falucas para pedir una moneda. Nos acompañaban a bordo unos músicos nubios que amenizaron el viaje con sus panderos y cánticos, haciéndonos participar. Antes de desembarcar nos ofrecieron collares y otros objetos artesanos fabricados por ellos mismos.


Enriqueta y Emilio



Hernán, Amparo, Enriqueta y Emilio



Nubios cantando

Terminado el paseo en faluca nos embarcamos en una lancha con motor para dirigirnos a un poblado nubio. A lo largo del recorrido avistamos diversas clases de aves, como grullas reales, cormoranes, gansos, gavilanes y otras aves zancudas. En una playa, a la orilla del río, nos esperaba una recua de camellos. Nos ayudaron uno a uno a montar y nos condujeron en fila caminando por la cima de una duna junto a un precipicio que daba al río. Daba miedo, pero los camellos seguían mansamente el camino marcado por las pisadas de los que nos precedían.
Al llegar al pueblo descendimos de nuestras monturas, hicimos fotos y nos encaminamos hacia una de las casas del poblado donde la dueña nos obsequió con un vaso de té, pan y unos purés diversos para acompañar al pan. Saladino nos habló de las costumbres y hospitalidad del pueblo nubio. Terminó la visita con la foto junto al cocodrilo que mantenía el amo de la casa en sus manos. El guía pagó a los anfitriones y regresamos en barco hasta el punto de partida desde donde nos dirigimos en autobús hasta nuestro crucero. Comimos y descansamos una buena siesta.

Orilla del Nilo

Avistamiento de aves



Pilar y Carmen

Tumba del Aga Khan






Hernán y Amparo


Casa nubia

Tatuaje de henna


Vista del poblado nubio

Fue un día muy completo, pero aún nos quedaban actividades por hacer y cosas que ver.

El crucero comenzó a navegar por las tranquilas aguas del Nilo y desde la ventana del camarote podíamos observar las riberas plagadas de palmeras, y de vendedores en barca.




El barco se detuvo en la ciudad de Kom Ombo, a 40 km de Asuán, cuando anochecía, con el fin de visitar el templo grecorromano del mismo nombre dedicado a dos divinidades: Sobek, un dios con cabeza de cocodrilo y cuerpo humano, y Haroeris, Horus el viejo. Este templo está dividido en dos mitades simétricas dedicadas cada una de ellas a Sobek y Horus, respectivamente.
La vista del templo iluminado desde enfrente de la portada es fascinante.

Templo de Kom Ombo









A la salida visitamos el museo del cocodrilo, donde vimos ejemplares disecados de estos reptiles repugnantes.
De vuelta al barco los vendedores de souvenir nos acosaron durante todo el camino.
Esa noche se celebró una fiesta de disfraces en la cafetería, pero muchos de nosotros, cansados de la intensa jornada y, teniendo en cuenta que al día siguiente tocarían diana a la cuatro, decidimos irnos a dormir mientras el crucero se deslizaba con suavidad por las aguas tranquilas del Nilo. Saladino nos explicó que a las cuatro y media tomaríamos, en grupos de cuatro, una calesa que nos llevaría a visitar el templo de Edfú. El madrugón era necesario para llegar los primeros a la cola de entrada al templo y verlo sin el agobio de un montón de turistas. Nos advirtió de que no diéramos propinas (habíamos abonado 35 euros al guía para atender todas las propinas del viaje) aunque los caleseros nos contaran lo mucho que comen los caballos, sus hijos y sus varias mujeres.

Día 3. Edfú y Karnak
Llegamos al templo de Edfú, en efecto, los primeros. Aguardamos media hora hasta que abrieron la puerta de acceso al recinto y pasamos el control policial.
El templo grecorromano de Edfú es uno de los templos mejor conservados y el segundo más grande de Egipto después de Karnak Es un templo espectacular. Está dedicado al dios halcón Horus. Las inscripciones en sus paredes y columnas hablan del lenguaje, la mitología y la religión del periodo grecorromano en el antiguo Egipto. Fue dedicado a Ptolomeo VIII en septiembre del año 142 a. de C. Durante siglos quedó enterrado hasta una altura de doce metros por la arena del desierto y las capas de lodo depositadas por el Nilo.








Al terminar esta visita fuimos en busca de nuestra calesa (cada grupo debía memorizar el número asignado para regresar en la misma), pero el caos se apoderó del aparcamiento y fue imposible encontrar la nuestra, que había sido abordada por otras personas del grupo. Finalmente conseguimos una y regresamos al crucero. El calesero nos habló de la gran cantidad de hierba que consumía su caballo, aunque no nos mencionó nada acerca de sus hijos ni de sus esposas.
Se mereció una propina de diez libras y movió la cabeza de un lado a otro, dando a entender que prefería que le diéramos euros.
El crucero siguió navegando con destino a Luxor.
Subimos a cubierta y nos tendimos en una hamaca bajo el sol ardiente a la espera de llegar a la ciudad de Esna, a unos cincuenta km al sur de Luxor, con el fin de observar el paso del barco por la esclusa del Nilo, paso obligado para salvar un desnivel de unos diez metros. Ver a los vendedores de manteles, vestidos y pasminas en su barca de remos acercarse a los cruceros para ofrecer su mercancía que lanzaban hasta la cubierta del barco fue un espectáculo asombroso. Alguna que otra chilaba vendieron después de ajustar el precio mediante el regateo.    




Esna






Llegamos a Luxor hacia las tres de la tarde.
Visitamos el complejo de Karnak, ubicado en la antigua ciudad de Tebas. El templo del mismo nombre es el más grande de Egipto y su construcción duró más de 1800 años. Estaba dedicado al dios Amón, pero también se veneraba a otras divinidades. Era el principal centro de culto del antiguo Egipto. La barca de Amón-Ra se trasladaba hasta un punto del Nilo donde se construyó un muelle que se conserva intacto.
La avenida de las esfinges de Karnak, de más de 2 km, unía el templo de Luxor y el de Karnak. Las esfinges tienen cuerpo de león y cabeza de carnero.
Existe un lago sagrado, diversas capillas, múltiples estancias, obeliscos y estatuas gigantes dentro de los muros que rodean el recinto.
















Escarabajo de la fortuna







Esa tarde visitamos una tienda de papiros donde nos narraron el proceso de convertir las plantas del papiro en hojas y, a continuación, echamos un vistazo a la exposición de papiros pintados de la tienda. Compramos varios preciosos ejemplares para enmarcar.
De allí nos dirigimos a una tienda de especias donde nos explicaron las propiedades de distintos tipos de hierbas para cocinar y mejorar la salud. Nos dieron una tisana de karkadé, una de las bebidas más populares de Egipto. Y una vez acabada la charla y atendidas las preguntas pasamos a comprar algunas especias.


Por la noche subimos por parejas en una calesa que nos llevó a dar un paseo por la ciudad, tanto por el centro como por las calles más populares. Fue una visión agridulce ya que la suciedad y la pobreza contrastaba con las grandes avenidas del centro.
Terminamos la noche en una taberna donde nos sirvieron un té o un refresco y fumamos en grupo una sisha de tabaco egipcio.








Desde allí regresamos al barco.
Antes de retirarnos a nuestros camarotes asistimos a un espectáculo de danza del vientre. Una bailarina fue sacando a la pista a algunos de los presentes. Se dirigió a mí y no pude negarme. Era la primera vez que intentaba bailar ese baile tan sensual. 

Día 4. Templo de Luxor y valle de los Reyes.
Antes de salir del barco dejamos hechas las maletas. Visitamos el templo de Luxor. Un templo que se debe principalmente a dos faraones: Amenhotep III y Ramsés II. Es el monumento más destacable de Luxor. Estaba dedicado a Amón y vinculado con el templo de Karnak del que dependía.
Cabe destacar que en la entrada están las famosas estatuas sedentes de Ramsés II. La reina Nefertari aparece a cada lado del trono. Las estatuas son de granito con una altura de casi 16 metros. El primer patio de 55 metros de longitud está compuesto por 74 columnas papiriformes colocadas en dos hileras, que muestran al faraón con distintas divinidades. A continuación nos encontramos con un segundo patio con 14 columnas de 16 metros de altura en dos filas. El vestíbulo está decorado con imágenes de emperadores romanos superpuestas sobre los originales egipcios.



Avenida de las esfinges





Al concluir la visita al templo de Luxor nos dirigimos al Valle de los Reyes, una necrópolis del antiguo Egipto donde se encuentran inhumados muchos de los faraones del Imperio Nuevo. Las tumbas son verdaderas obras de arte donde pintores y escultores plasmaron retazos de la vida diaria del Antiguo Egipto, y hechos de armas de los faraones.
Hacía un día muy caluroso y era imprescindible llevar consigo una botella de agua y un buen sombrero. Visitamos tres tumbas excavadas en la arena, las de Seti II, Ramsés II, y Ramsés VIII. Las tres se encuentran en buen estado de conservación y son destacables los numerosos dibujos que se hallan en las paredes. La de Tutankamon es quizá la más famosa, pero la mayoría de los tesoros hallados en ella se encuentran en el Museo de El Cairo.  
En el valle se han descubierto más de 60 tumbas talladas en la roca y aún se sigue excavando.












A continuación nos desplazamos al templo funerario de la reina Hatshepsut, un templo construido por la reina en forma de amplias terrazas, con columnas que se confunden con la ladera de la montaña situada detrás del templo.









Grupo 'Familia Real' con Saladino

Más tarde, después de tomar un refresco bajo la sombra de una cafetería situada en las inmediaciones del templo, visitamos una fábrica de cerámica y, antes de regresar al barco para almorzar, acudimos a ver las estatuas de los colosos de Memnón, dos gigantescas estatuas sedentes de piedra que representan al faraón Amenhotep III.






Tras el almuerzo, un mozo cargó las maletas en el autobús y nos desplazamos hasta el aeropuerto con destino a El Cairo. Un vuelo de una hora de duración. 
El trayecto hasta el hotel nos llevó casi dos horas debido al intenso tráfico de la capital egipcia.
Nos alojamos en el hotel Barceló Cairo Pyramids, un edificio moderno, situado muy cerca de las pirámides, que dispone entre otras facilidades de terraza panorámica y piscina. La habitación era amplia y nueva.

Copyright Manuel Navarro Seva

Continuará...

Referencias: Wikipedia, blog espírituviajero.com y blog de viajes Civitatis Egipto.