Como los ángeles al caer el sol, ella baja del taburete y se quita las alas y la túnica; sale del parque y camina hasta el autobús. En casa, recostado en el sofá, él le pregunta cuánto ha sido. «No mucho», responde ella, «la gente es cada vez más roñosa». «Ahí tienes la cena», dice él. «Date prisa». Ella come el bocadillo con desgana, mirando la tele. Luego se ducha, se maquilla, se pone una minifalda, zapatos de aguja y sujetador rojo. Él la acerca con el coche. Ella se planta en la rotonda hasta que el sol asoma por el horizonte.
©Manuel Navarro Seva
12 comentarios:
Fantástico relato.
Nelo
Muchas gracias, Nelo.
Boris.
Saludos, Manuel.
Bonito relato, y nada extraño, en muchas partes se ven cosas así, mujeres vendiendo su cuerpo y el marido en al casa haciendo las labores domesticas.
Abrazos.
Muchas gracias, Antony.
Saludos,
Boris.
No me acordaba de este relato y la verdad es que me gusta mucho. Hoy he tenido un ratito a la hora de comer y he entrado en tu blog. Está muy bien.
Juana
Sí, este no lo habías leído.
Gracias por pasar.
Boris.
Vaya, Boris, esto es sarcasmo poético de alto vuelo, aunque no sé si exista tal género, creo que lo acabas de inventar. ¡Qué corta la senda que lleva de la terraza al sótano! Casi no se distingue cuál es cada qué...
El título: un acierto total.
Un gusto leerte.
Besos.
Turkesa, qué gusto verte de nuevo.
Muchas gracias por el comentario.
Besos,
Boris.
Como tantas veces que te leo...uau. Un abrazo
Gracias por pasar, Mari He Ca. Un abrazo.
No se podría contar mejor y con menos palabras una de las mayores miserias humanas. Felicidades.
Muchas gracias, Mercedes Pinto. Es un gran honor para mí que hayas pasado por mi blog. Un abrazo.
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