Es una novela excelente, de las que una vez te introduces en
sus páginas sentirás tener que dejar, desearás que no acabe nunca; una obra que
me hubiera gustado haber escrito yo.
Se trata de una saga familiar que comienza en las
postrimerías del siglo xix y
termina en los años sesenta del xx. Está
dividida en tres partes y un epílogo. Y dedicada principalmente a la mujer y su
mundo, al goce de los sentidos a través del olfato, el gusto y la vista. Hay
escenas inolvidables, que se presentan ante los ojos del lector como una
secuencia cinematográfica.
Está ubicada en Murcia, Lorca y un pueblo de la provincia murciana
cuyo nombre no se menciona.
La primera parte narra las vicisitudes del matrimonio entre
Julia Abellán y Segundo Ortega. Ella es una mujer de carácter fuerte, con un
orgullo desmedido; Él, un hombre bueno, capaz de soportar por amor la
incomprensión de su esposa; es un experto en plantas, especias, condimentos e
infusiones, y emite un olor característico que atrae a Julia, un aroma que da
título a la novela y heredarán su hija Mercedes y su nieta Berta. Personajes
importantes que aparecen en esta parte son, entre otros: don Segismundo, la
criada Brígida, la prostituta Regina, Irene y el Indio.
La segunda y tercera parte cuentan la historia de Mercedes, hija
del matrimonio Ortega-Abellán. Con dieciséis años se emancipa y se va a vivir a
Lorca, donde encuentra a Regina (la Echá Palante) y consigue un empleo como ayudante
de cocina en el prostíbulo de la Viciosa. Conocerá a Félix Gutiérrez, un
periodista liberal que le transmitirá el amor por los libros. Vivirá con él en
Murcia, y tendrán una hija, Berta. Es la época de la Guerra Civil y la
posguerra con sus secuelas de miseria, odios y asesinatos por venganza.
Mercedes y Berta se verán obligadas a volver a la casa familiar en el pueblo,
donde han acontecido cambios importantes en la familia. Otros personajes que se
presentan en estas dos partes son: Martín y Gabriel (ambos de la familia del
Indio), Gregorio y Alicia, entre otros.
El epílogo es una reflexión de Mercedes sobre la vida, el
valor de encararla con decisión, y con la esperanza de que el destino y la
fortuna puedan aparecer en cualquier momento.
La novela está narrada por Mercedes, que conoce los secretos
de la familia a través de su padre, don Segundo. Está escrita con un lenguaje
cuidado, rico y fluido, que te envuelve y te lleva suavemente hasta el final. Utiliza
un vocabulario amplio y acorde con el tiempo narrativo. Palabras que me han
evocado mi infancia como: rustidera, fresquera, paparajotes, zarangollo,
zarcillos, y otras muchas que hoy están en desuso. La autora utiliza con
profusión y precisión el adjetivo, dando vigor al nombre y claridad a la frase.
Los cambios narrativos espaciotemporales, en especial en la primera parte,
están ejecutados con suavidad y maestría, de manera que el lector no llegará a
notarlos, o, al menos, no significarán ningún tropiezo en la lectura y
comprensión del texto.
Las descripciones de los sentimientos, afanes, manías,
intereses, aficiones y fantasías de los personajes están descritos de manera
espléndida, y consiguen que el lector se sienta partícipe de la trama como si
fuera un personaje más de la novela.
Es una novela redonda que he disfrutado desde la primera
página hasta el final. La autora sabe manejar admirablemente el lenguaje, por
eso y por el interés que despierta la historia recomiendo la lectura de esta
obra. De momento ya tengo su nueva novela, Diario
de una fuga, en mi Kindle.