jueves, 31 de julio de 2014
Qué opinan los lectores acerca de El Hámster
Sinopsis
Once relatos breves.
Los temas se centran, en especial, en el origen y en las relaciones de pareja.
Los personajes son ficticios, pero viven en un mundo real y cotidiano en el que sufren o son felices, gozan de la amistad o el amor, toman el autobús, cocinan, aman, odian, duermen, hacen el amor y mueren. Hablan desde sus propios puntos de vista.
Punto de venta: Amazon, en formato kindle por solo 0,89 euros.
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miércoles, 23 de julio de 2014
Notas sobre San Petersburgo (VIII). Iglesias y catedrales
San Petersburgo es la segunda ciudad en importancia y población de la Federación Rusa. Situada en el noroeste del país, en la costa del mar Báltico, fue fundada en 1703 por Pedro el Grande, quien promovió la construcción de canales en las calles, inspirándose en Venecia y Amsterdam. En la ciudad se construyó un gran número de monumentos y obras arquitectónicas neoclásicas y barrocas siguiendo las tendencias italianas y francesas de la época.
El centro histórico de San Petersburgo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990.
De ese conjunto arquitectónico monumental habría que destacar las iglesias y catedrales, de las que solamente comentaré algunas de las más significativas.
La catedral de Nuestra Señora de Kazán fue construida por el arquitecto ruso Andrei Voronijin entre 1801 y 1811 en estilo neoclásico. Inspirada en la basílica de San Pedro, destaca por su gran cúpula de 45 metros y las 96 columnas de su fachada sobre la Avenida Nevsky.
Es la sede del obispo ortodoxo de San Petersburgo.
Alberga el icono de la Virgen de Kazán, muy venerado en Rusia. En su interior está enterrado el mariscal de campo Mijaíl Kutúzov, quien llevó a los rusos a la victoria sobre las tropas de Napoleón. Una estatua del mariscal está instalada frente a la entrada a la catedral, en el centro de una pequeña plaza junto a la avenida Nevsky.
Después de la Revolución Rusa de 1917 fue cerrada. En el año 1932, abierta de nuevo aunque como museo de la Historia de la Religión y el Ateísmo. En 1992 se consagró como catedral ortodoxa y en 1996 fue devuelta a la Iglesia Ortodoxa Rusa.
El interior tiene planta de cruz latina de 62 por 45 metros y destaca el decorado con 56 columnas de granito con base y capiteles dorados.
Catedral de Nuestra Señora de Kazán (foto de Manuel Navarro) |
Interior del templo (foto de Manuel Navarro) |
La iglesia de la Resurrección de Cristo fue construida entre 1883 y 1907 según el diseño del arquitecto Alfred Parland. Es una de las iglesias más significativas de San Petersburgo. Sus cinco cúpulas centrales chapadas en cobre y esmaltes de diferentes colores destacan en el centro de la ciudad, junto al canal Grivoedov, muy cerca de la Avenida Nevsky, y recuerdan a la catedral de San Basilio de Moscú. Está construida con ladrillos rojos y azulejos multicolor.
También recibe el nombre de iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, pues fue erigida en el lugar donde el zar Alejandro II fue víctima de un atentado que le causó la muerte.
La decoración interior cuenta con más de 600 mosaicos de iconos e imágenes religiosas en una superficie de 7000 metros cuadrados, una de las colecciones más importantes de Europa; y piedras semipreciosas, mármoles de diferentes procedencias, etcétera.
La iglesia fue cerrada en 1930 y durante la II Guerra Mundial y el asedio de Leningrado sufrió graves daños. Su reconstrucción comenzó en 1977 y se terminó en 1995.
No está dedicada al culto, es un museo estatal. Hay que pagar para visitar su interior.
Vista desde la avenida Nevsky (foto de Manuel Navarro) |
Vista de fachada y cúpulas (foto de Manuel Navarro) |
La catedral de San Isaac es el mayor edificio religioso de San Petersburgo. Fue construida por el arquitecto francés A. Montferrand entre 1818 y 1858, en estilo neoclásico. Destaca por su gran cúpula dorada (se utilizaron cien quilos de oro) de 101 metros de altura y 22 de diámetro, rodeada por cuatro campanarios; y por sus cuatro pórticos de grandes columnas de granito de 114 toneladas y 16 metros de altura. El ingeniero español A. de Betancourt colaboró en el proyecto para levantar las columnas monolíticas extraídas en granito rojo.
Desde 1931 la catedral es un museo (hay que pagar para visitar su interior y para subir a la base de la cúpula). Merece la pena visitar su interior, decorado con hasta veintitrés tipos de minerales distintos, paredes y suelos de mármol, las columnas del retablo revestidas de malaquita y lapizlázuli y sus casi 400 obras entre esculturas, pinturas y mosaicos, de artistas rusos.
Puede visitarse la columnata superior (andando, 226 escalones y 43 metros de altura) desde donde se pueden obtener fotografías de las magníficas vistas de la ciudad.
La catedral está situada en la plaza de San Isaac, enfrente del palacio Mariinsky actual sede de la Asamblea legislativa de San Petersburgo, muy cerca del edificio del Almirantazgo y la plaza de los Decembristas, donde se encuentra la estatua ecuestre de Pedro I.
Catedral de San Isaac vista desde el Neva (foto de Manuel Navarro) |
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Catedral de San Isaac vista desde la plaza (licencia cc, foto de Berstein) |
La iglesia fue terminada por el arquitecto italiano Antonio Rinaldi en 1783. Está situada en la avenida Nevsky, número 32. Delante de la entrada hay un pequeño y curioso mercado de cuadros.
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Iglesia de Santa Catalina (licencia CC, foto de A. Savin) |
Otras catedrales destacables: Catedral de San Nicolás de los marinos, catedral Smoslny, catedral de Nuestra Señora de Vladimir, catedral dedicada a la Santísima Trinidad en el monasterio de Alexander Nevsky (donde se hallan los cementerios de Lázarev y Tijvin que conservan los restos de personalidades famosas de la música y la literatura rusas, así como de arquitectos importantes), catedral de la Santa Trinidad (la de las cúpulas azules), catedral de san Pedro y san Pablo en la fortaleza del mismo nombre.
San Nicolás de los marinos (foto de Manuel Navarro) |
Catedral Smolny (foto de Manuel Navarro) |
Interior de la catedral Smolny, hoy sala de conciertos (foto de Manuel Navarro) |
Catedral de Nuestra Señora de Vladimir (foto de Manuel Navarro) |
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Monasterio de Alexander Nevsky (licencia CC, foto de wikipedia) |
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Catedral de la Trinidad (foto antigua de dominio público) |
Catedral de san Pedro y san Pablo en la Fortaleza (foto de Manuel Navarro) |
Referencias: Wikipedia y otras páginas de la Red.
lunes, 14 de julio de 2014
Notas sobre San Petersburgo (VII). Los palacios de verano (II)
Sárskoye Seló (Villa de los zares, hoy ciudad de Pushkin)
Es un conjunto de palacios y parques, residencia de verano de la
familia real rusa, situado en la ciudad de Pushkin, a 24 km al sureste de San
Petersburgo.
Todo el conjunto y el centro histórico de Pushkin fueron
declarados por la UNESCO patrimonio de
la humanidad.
Vista de la capilla real desde la calle de las tiendas (foto de Manuel Navarro) |
El palacio de
Catalina o de Pushkin, nombres con los que también se conoce, fue mandado
construir por Catalina I, esposa de Pedro I, en 1717. Su hija Isabel Petrovna mandó reconstruirlo y ampliarlo en
1752. Bartolomé Rastrelli, italiano mucho más popular en Rusia que en su país
de origen, fue uno de los arquitectos que lo reemplazaron por un edificio mucho
más grande, en estilo rococó ruso. La fachada en azul, blanco y dorado mide algo
más de 300 metros, en ella destacan sus capiteles, frisos dorados y atlantes.
En el interior cabe mencionar: la Escalinata de Honor,
adornada con jarrones chinos y japoneses y una alfombra roja, la Gran Sala con
numerosos espejos, obra de Rastrelli, el Comedor de Gala y la Cámara de Ámbar,
única en el mundo.
Cuando Catalina II accedió al trono hizo algunas reformas y
mandó construir en el parque varios pabellones, auténticos palacios tales como
el Pabellón de Ágata, la Casa de los Baños, el Pabellón de la Gruta, el Pabellón
del Baño Turco y la Galería Cameron (arquitecto escocés contratado por la
zarina).
Vista de la fachada y entrada antigua principal del Palacio (foto de Manuel Navarro) |
Comedor de gala o de los Caballeros (foto de Manuel Navarro) |
Sala de Baile o de los espejos (foto de Manuel Navarro) |
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Cámara de ámbar (foto de dominio público) |
Durante la II Guerra Mundial la ciudad de Leningrado (hoy
San Petersburgo) sufrió un terrible sitio. Las tropas del ejército alemán
ocuparon los palacios de Sarstkoye Seló y los saquearon y destruyeron como
hicieran con Peterhof. La Cámara de Ámbar, que fue un regalo de Federico
Guillermo I de Prusia a Pedro I en 1716, fue totalmente desmontada y llevada a
Alemania, donde desapareció en manos privadas.
Todo el palacio fue reconstruido siguiendo los planos y
documentos originales. La citada Cámara de Ámbar se rehizo mediante fondos de
empresas alemanas. Fue inaugurada durante el tricentésimo aniversario de San
Petersburgo. Para restaurarla orfebres rusos necesitaron 24 años de trabajo, 11
millones de dólares y 8 toneladas de ámbar.
Isabel I. Reproducción del traje en papel (foto de Manuel Navarro) |
Detalles de una de las salas (foto Manuel Navarro) |
Pabellón de los Baños (foto de Manuel Navarro) |
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Fachada posterior (licencia CC, foto de A. Florstein) |
Vista posterior del palacio desde los jardines (foto de Manuel Navarro) |
Fue también Catalina II quien mandó construir al arquitecto
Quarenghi el Palacio de Alejandro, en Pushkin, para la boda de su nieto más
querido, Alexander Pavlovich, futuro zar Alejandro I. Este palacio fue la
residencia favorita del último zar Nicolás II y su familia. Este palacio está
al lado del palacio de Catalina y su visita puede durar una hora.
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Palacio de Alejandro en Pushkin (licencia CC, foto de A. Florstein) |
Datos prácticos. La visita al palacio de Catalina lleva unas cuatro horas,
teniendo en cuenta las esperas, más una hora de viaje ida y vuelta en autobús.
A veces la entrada al palacio se demora hasta una hora debido a la gran afluencia
de público, lo que resta tiempo para la vista final del parque y pabellones
exteriores. Ya se sabe, las visitas guiadas tienen un horario inflexible.
Se puede combinar la visita al palacio de Catalina con la
del palacio de Pablo, exresidencia de Pablo I, hijo de Catalina la Grande. Este
palacio está situado a 7 km del anterior.
Se puede ir en tren desde la estación Vitebski de San petersburgo, pero en
temporada alta es difícil conseguir las entradas al palacio.
lunes, 7 de julio de 2014
Notas sobre San Petersburgo (VI). Aeropuerto Pulkovo
Antes de continuar hablando de los palacios de verano de los zares y zarinas —que más que contarlo en unas notas, hay que ir a verlos—, voy a compartir algunas impresiones sobre el aeropuerto Pulkovo como había prometido en otra entrada. Siento no poder añadir fotos —solo algunas que encontré en internet— porque no se me ocurrió hacerlas ni cuando llegué ni cuando salí.
A la llegada, como dije, nos esperaba Alexei y enseguida nos condujo hasta el aparcamiento donde tenía el coche. Por si me hacía falta, antes de salir de la terminal cambié unos euros.
El aeropuerto me causó una impresión excelente. Un aeropuerto magnífico como corresponde a una gran ciudad como San Petersburgo. Recuerdo que cuando viajé allí por primera vez, en marzo del 2002, sufrí una enorme decepción. Era como un aeropuerto de provincias y la burocracia de control, muy lenta; ahora dispone de varias cabinas de control de pasaporte y enseguida te despachan. El hall de llegadas internacionales era entonces muy pequeño y tenía un tablero electrónico en el que solo se anunciaba la llegada de dos o tres vuelos. Ahora hay muchísimos vuelos, carteles, mostradores de facturación, varios pasos de control policial, en fin, un aeropuerto moderno y grande.
Le pregunté a Alexei y me dijo que las dos terminales viejas, Pulkovo 1 y Pulkovo 2, estaban cerradas y las nuevas habían comenzado a operar a finales del 2013. Las llegadas de internacional y nacional estaban en el mismo vestíbulo, donde nos encontramos con Alexei.
«El número pasajeros aumenta cada día. En la actualidad llegan más de 5 millones y se espera que la cifra se triplique en el 2025», dijo orgulloso el chofer. Para él es más trabajo.
El nuevo aeropuerto se ha construido mediante una concesión por 30 años a un consorcio de empresas que lo gestiona —ya no es el estado sino el capital— y abonan un porcentaje de los beneficios al Gobierno de San Petersburgo.
Cuando llegamos al hotel, nos dijo Alexei que vendría a recogernos el día de salida cuatro horas antes. El vuelo de regreso era a las 17:30 así que él vendría a las 13:30. Mi mujer pensó que no hacía falta tanto tiempo pero él dijo que era lo habitual y si queríamos acortarlo teníamos que llamar a su empresa. Ese día estaba como un clavo esperándonos en el lobby del hotel a las 13:20. Pagué la cuenta y subimos al taxi. El tráfico de la avenida de Moscú hacia Pulkovo era muy intenso, pero aun así tardamos poco más de una hora en llegar —unos 20 Km—. Los controles de salida fueron bastante rápidos. Como llevábamos las tarjetas de embarque, que habíamos imprimido en el hotel, y no teníamos que facturar equipaje, nos dedicamos a ver tiendas en el duty free, compramos un par de botellas de vodka Standard Russian, una marca recomendable, y alguna cosa más; luego nos sentamos en una cafetería a leer tranquilamente, a recargar el Ipad y tomar algo.
Por contra, en el aeropuerto de Munich, donde llegamos con retraso y solo teníamos una hora para el trasbordo de avión, nos hicieron un control policial exhaustivo. Después de correr por largos pasillos llegamos a la puerta de embarque cuando todo el pasaje estaba a bordo. Nos miraron con una cara...
Conclusión: cuatro horas antes del vuelo fue excesivo, desde luego, pero una hora para el trasbordo, muy poco. La próxima vez a ver si conseguimos un vuelo directo que en verano, al parecer, los hay.
A la llegada, como dije, nos esperaba Alexei y enseguida nos condujo hasta el aparcamiento donde tenía el coche. Por si me hacía falta, antes de salir de la terminal cambié unos euros.
El aeropuerto me causó una impresión excelente. Un aeropuerto magnífico como corresponde a una gran ciudad como San Petersburgo. Recuerdo que cuando viajé allí por primera vez, en marzo del 2002, sufrí una enorme decepción. Era como un aeropuerto de provincias y la burocracia de control, muy lenta; ahora dispone de varias cabinas de control de pasaporte y enseguida te despachan. El hall de llegadas internacionales era entonces muy pequeño y tenía un tablero electrónico en el que solo se anunciaba la llegada de dos o tres vuelos. Ahora hay muchísimos vuelos, carteles, mostradores de facturación, varios pasos de control policial, en fin, un aeropuerto moderno y grande.
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Interior Terminal nuevo (fuente The Moodie Report) |
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Exterior Terminal nuevo (fuente The Moodie Report) |
Le pregunté a Alexei y me dijo que las dos terminales viejas, Pulkovo 1 y Pulkovo 2, estaban cerradas y las nuevas habían comenzado a operar a finales del 2013. Las llegadas de internacional y nacional estaban en el mismo vestíbulo, donde nos encontramos con Alexei.
«El número pasajeros aumenta cada día. En la actualidad llegan más de 5 millones y se espera que la cifra se triplique en el 2025», dijo orgulloso el chofer. Para él es más trabajo.
El nuevo aeropuerto se ha construido mediante una concesión por 30 años a un consorcio de empresas que lo gestiona —ya no es el estado sino el capital— y abonan un porcentaje de los beneficios al Gobierno de San Petersburgo.
Cuando llegamos al hotel, nos dijo Alexei que vendría a recogernos el día de salida cuatro horas antes. El vuelo de regreso era a las 17:30 así que él vendría a las 13:30. Mi mujer pensó que no hacía falta tanto tiempo pero él dijo que era lo habitual y si queríamos acortarlo teníamos que llamar a su empresa. Ese día estaba como un clavo esperándonos en el lobby del hotel a las 13:20. Pagué la cuenta y subimos al taxi. El tráfico de la avenida de Moscú hacia Pulkovo era muy intenso, pero aun así tardamos poco más de una hora en llegar —unos 20 Km—. Los controles de salida fueron bastante rápidos. Como llevábamos las tarjetas de embarque, que habíamos imprimido en el hotel, y no teníamos que facturar equipaje, nos dedicamos a ver tiendas en el duty free, compramos un par de botellas de vodka Standard Russian, una marca recomendable, y alguna cosa más; luego nos sentamos en una cafetería a leer tranquilamente, a recargar el Ipad y tomar algo.
Por contra, en el aeropuerto de Munich, donde llegamos con retraso y solo teníamos una hora para el trasbordo de avión, nos hicieron un control policial exhaustivo. Después de correr por largos pasillos llegamos a la puerta de embarque cuando todo el pasaje estaba a bordo. Nos miraron con una cara...
Conclusión: cuatro horas antes del vuelo fue excesivo, desde luego, pero una hora para el trasbordo, muy poco. La próxima vez a ver si conseguimos un vuelo directo que en verano, al parecer, los hay.
Pulkovo 2 antiguo (foto de dominio público) |
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Pulkovo 1 antiguo (foto de The Moscow Times) |
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