Mayte Fernández Uceda, una gran escritora y buena amiga, ha tenido la amabilidad de prologar la nueva edición en papel de mi libro EL HÁMSTER. Desde esta página quiero agradecerle sus amables palabras para mí y mi libro, que verá la luz en breve con el sello Eriginal Books y la portada de Ernesto Valdés.
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Full cover no definitiva |
Prólogo
Siempre he admirado a
los autores de relatos cortos. Hace falta ser un escritor muy hábil en el
uso de la palabra y en el manejo certero de los adjetivos para
contar una historia en pocas líneas. Se requiere condensar la narración en la
acción y no en la anécdota, no hay lugar para largas descripciones,
divagaciones morales o planteamientos psicológicos. El autor debe
centrarse en lo que sucede, sin tiempo ni espacio para más exposiciones.
Con estas limitaciones
se hace imprescindible que el autor desarrolle su relato dejando parte del mensaje implícito entre líneas,
para que el lector pueda extraer lo que falta, lo que no está dicho. Cada
lector se vuelve cómplice directo del autor, perfilando en su mente cada
detalle, cada giro inesperado.
Tendemos a pensar que un
relato breve es un resumen de una historia, y no es así. Un relato, aunque sea
corto, es una historia donde cada frase cuenta.
Para lograr
sembrar en el lector una reflexión, un sentimiento o simplemente un eco en su
interior, los escritores de relato recurren al impacto emocional en las primeras
líneas o al giro inesperado en las últimas. Es
por ello que, aunque las historias que nos cuentan son cortas, están cargadas
de emoción, suspense, drama o humor. No hay tiempo ni espacio para calar hondo
en la mente del lector. El efecto que queremos producir debe ser inmediato.
En este libro de relatos
de Manuel Navarro, los seres de ficción que lo pueblan toman entidad por sí
mismos, sin alcanzar a ver al autor manejando los hilos que los mueven. Manuel
los va dibujando pausadamente, enfrentando al lector a sentimientos
existenciales tan ligados al hombre como el amor, el miedo, la desconfianza, la
muerte, el deseo, la esperanza...
De esta forma nos somete
a continuas reflexiones sobre la narración, logrando que no lleguemos a
distanciarnos de los sentimientos descritos, de las sensaciones que
experimentan los personajes. Las circunstancias son tan cercanas que pudiéramos
llegar a imaginar que alguno de ellos se aferra a nuestro brazo y nos susurra
al oído: «Ven conmigo; vivirás lo que yo vivo, sentirás lo que yo siento». Este
es el influjo de la prosa detallista, descriptiva y minuciosa que caracteriza
los relatos de Manuel Navarro:
Caminamos durante casi
media hora hasta llegar a la cala, un lugar solitario, playa de arena oscura,
rodeada de grandes formaciones rocosas y escasa vegetación. Nos bañamos
desnudos y después nos tumbamos bajo un sol ardiente. Él se acerca y me
acaricia el pecho. Yo le aparto la mano. (En la cocina).
Otras veces, una frase
al comienzo de un relato es capaz de definirlo todo: estructura, tono, estilo,
ritmo, y a veces hasta el carácter de algún personaje:
Ellos nunca me lo
dijeron pero yo lo sabía. (Mis padres).
Hay muchas formas de
narrar historias, una por autor. En el caso de Manuel Navarro el estilo no es
un adorno ni la técnica es un esnobismo, no hay exceso de palabras y el autor
escapa de la obviedad clásica del planteamiento, nudo y desenlace que lo hace
todo previsible. Entonces las historias descienden sobre nosotros desde el
cielo de las palabras y nos arañan el corazón, haciéndonos partícipes de los
finales apenas insinuados.
Admito que hay algo en
su forma de escribir que me impulsa a leer todo lo que publica. Tal vez sea el
lenguaje pulcro y libre de oropeles, o su tono franco y abierto. También puede
ser la sencillez con la que construye sus historias, y por sencillo no me
refiero a simple, pues la proporción justa en estos casos supone la dificultad
más grande con la que tropieza un autor. Pasión por las palabras, diligencia y
empatía dan forma al triángulo virtuoso que tanto me fascina de su prosa,
carente de melosidades o enérgicos arrebatos.
La naturalidad es su
distintivo.
Como natural es su forma
de ser. Comencé admirando su faceta de escritor y he terminado admirándolo
también como persona. Manuel es el compañero de letras ideal: atento,
participativo, amable y siempre dispuesto a compartir su sabiduría. En un mundo
donde el tiempo se ha vuelto más valioso que la piedra más hermosa no abundan
los que se detienen a tu lado mientras todo bulle a un ritmo vertiginoso. Pero
Manuel lo hace, y no solo se detiene sino que extiende la mano dispuesto a
ayudar.
Todo un lujo.
Pongo fin a este prólogo
con la alegría de formar parte de este proyecto. El lector encontrará en esta
obra doce relatos escritos en torno a procesos vitales tan significativos como
son el origen y el final, y las relaciones de pareja. Temas muy relacionados
entre sí y que encierran la práctica totalidad de la existencia del ser humano.
Un trabajo que toma
cuerpo en forma de este libro. Lo tienes entre tus manos, lector. Ahora el
juicio te corresponde a ti.
Mayte
Fernández Uceda
Agosto de 2014