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El sábado pasado mi marido llegó tarde a casa. Los
niños estaban en la cama y yo había cenado ya. Lo noté algo raro, preocupado,
distante. Le dije que le había guardado un trozo de tortilla y un poco de
ensalada y me contestó que no quería cenar. Se sentó junto a mí en el sofá y ni
siquiera me preguntó qué estaba viendo en la tele. Cogió el periódico y se puso
a ojearlo. Luego de terminar la película nos fuimos a la cama. Se acomodó sobre
su lado izquierdo, dándome la espalda, y, sin decir ni buenas noches, se
quedó dormido. Yo, sin embargo, no conseguía conciliar el sueño, preocupada
como estaba por su actitud. Me atormentaba la idea de que pudiera estar
viéndose con otra. Me dormí cuando, después de ponerme los auriculares y
encender la radio, el locutor dijo que el Madrid había perdido.
©Manuel
Navarro Seva
2 comentarios:
Ya dicen que cuando el Madrid pierde, en este país baja la bolsa. Es increíble como algo así puede repercutir en tanta mesura en nuestro estado de ánimo.
Así parece. Supongo que otro tanto ocurre cuando pierde el Barcelona. El fútbol es la leche. Gracias por pasar.
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